miércoles, 23 de abril de 2008

DOS MUNDOS, MIS MUNDOS.Presentación

Hoy os mostraré cómo se puede entender la vida de dos maneras distintas y no morir en el intento. Dos mundos completamente distintos, dos ideologías distintas, dos caminos separados que en principio parecen no tener nada que ver. Yo poseo la cultura de la sangre y la de los libros, me eduqué en la vida y en los centros. Hoy os hablo de mí.

Nací en una familia rociera de un pueblo del Condado muy cerquita de El Rocío y de Almonte y pisé las arenas de la aldea con un añito por primera vez, así que ya os podéis hacer una idea. A mi manera siempre he sido juglar de la vida, del amor y de El Rocío, y por otra parte y al mismo tiempo, siempre ha estado la literatura y el afán de conocimiento, lo académico, la clerecía. Dos vertientes que aparentemente pueden parecer opuestas, y yo os puedo asegurar que no son excluyentes sino todo lo contrario, complementarias y enriquecedoras. Ni que decir tiene que a mí no se me puede conocer del todo sin ambas partes, aunque es curioso que los que conocen mi parte juglaresca, sí conocen la segunda aunque no ocurre tanto al revés.


En el flamenco me prodigo desde que tenía tres años –como siempre en mi vida una chica precoz-, cantando a pie de amigos pero también en los escenarios y en el campo de la composición. Rocío tras Rocío, mi lugar está allí, en las Marismas. Por muy lejos que esté es inevitable sentir los latidos apresurados que te empujan a volver, a hacer el camino hasta llegar viviendo todos sus momentos, a entrar en la Ermita y pensar “ya estoy aquí otra vez” y esos latidos te predisponen a llenarte por dentro de miles de vivencias, instantes, que ya nunca se te olvidarán.

Me molesta que la gente vierta sus opiniones despectivas sobre El Rocío – o sobre cualquier cosa - con total desconocimiento o muy poco. Algunos ni lo han pisado y otros han tenido pésimos cicerones y en conocer El Rocío o cualquier cosa, tiene mucho que ver quién te lo enseñe. Pero no seré yo quien intente cambiar el pensamiento de nadie, no necesito convencer absolutamente de nada, me limito a mostrar. Pero me resulta incomprensible que las personas se apropien de otras voces, otras opiniones para criticarlo y englobarlo en una frase, intentar definirlo. Simplemente puedo decir que primero lo conozcan de la mano de quien les pueda enseñar lo que es verdaderamente y los momentos que contiene, su magia. La experiencia me dice que quien lo conoce, vuelve.


Mi otro mundo también me ha ofrecido experiencias muy enriquecedoras a otro nivel. Me ha dado el conocimiento, la capacidad crítica y las herramientas para poder entender y crear. También aquí me he prodigado en otra de mis pasiones: desde siempre la poesía, y posteriormente la novela. Y he tenido la oportunidad de poder escribir, publicar mis inquietudes, editar y dirigir, así como participar en foros de opinión y de decisión que me han aportado mucho.

Pero normalmente –aunque conozco bastantes excepciones- la gente tiende a posicionarse sobre estas dos realidades como alejadas. No es mi caso. Yo puedo decir que he sabido integrarlas la una en la otra con total satisfacción, hasta tal punto que para mí sesgar alguna de ellas significaría quedarme a la mitad. No obstante es cierto que la palabra conciliación es también necesaria en estos contextos. Yo soy producto de tomar los ingredientes de los dos ámbitos y mezclarlos en un cocktail de vida. Quizás porque tengo una gran capacidad de adaptación y seguro que por eso tengo ese toque un poco canalla y ese poso de timidez entendida como respeto y como profunda admiración.

Sé que no es este el típico comentario de una rociera en la antesala del El Rocío, pero no era esa mi intención. Ese otro comentario lo escribiré pronto. Ahora tocaba presentarme muy brevemente como producto de la mezcla de submudos distintos en la formación de mi personalidad con la que siempre me he movido en una amalgama de posibilidades riquísimas.

sábado, 5 de abril de 2008

LA MADRUGÁ DE LA TRIANERA




Sevilla, 9 de Abril de 2004



El tiempo que había dado muestra de su benevolencia desde el Domingo de Ramos al Miércoles Santo en Sevilla, traicionó y deslució el Jueves Santo. Pero desafiante, Sevilla esperaba la Madrugá con ilusión y miedo ante los pronósticos del tiempo, que se consultaban a cada minuto, y las continuas miradas al cielo buscando un claro, incluso donde no lo había. Los malos augurios acechaban la ciudad y se iban confirmando los peores pronósticos.

El Silencio y el Gran Poder suspendían su estación de penitencia y ahora todas las miradas apuntaban a la Resolana, a La Macarena, que tenía su salida a las 12,30. Con tristeza se suplicaba el milagro bajo la lluvia intensa que caía en Sevilla. Se reunió el Cabildo y a la 1,15 de la madrugada se anunció lo que se temía: la Macarena no sale, hecho que no ocurría desde 1969.

A la 1,45 dejó de llover pero había que esperar y consultar los partes metereológicos más recientes para las próximas horas en el templo de Jesús de la Salud, donde los Gitanos también esperaban el indulto del tiempo. A las 2 tenía su salida y a las 2, sin lluvia y sin pedir Cabildo, Los Gitanos anuncian que no salían y que el templo permanecería abierto toda la noche para quienes quieran visitar sus imágenes. ¡Increíble!. Todos pensamos en alguna otra razón que temer además de agua.

Eran las 4,30 de esa Madrugá y la intención de El Calvario era salir, pero teniendo en cuenta que al igual que El Gran Poder y El Silencio, con unas gotas basta para no salir, no teníamos muchas esperanzas. A pesar de eso la Cofradía empieza a formar a los nazarenos.

Y a las 2,15 la Esperanza de Triana tenía su salida. Nunca mejor lo de Esperanza, su advocación, porque eso era lo que sentían en la calle Pureza, en la Capilla de los Marineros. Llevábamos ya una hora y cuarto sin llover pero había que decidir en función al parte y Triana pidió Cabildo para después anunciar que La Esperanza de Triana salía.

En este momento ya había recortado del programa aquellas cofradías que no salían y me quedaban dos que finalmente se quedó en una porque Calvario anunció lo que nos temíamos. Mi programa fue menguando como si se tratara de un cartón de bingo. Toni y Chiqui se reían de mi cara pero les gané la apuesta de que la única que iba a salir era la Trianera.

Nos dirigimos al Altozano. Destacar que hubo mucha gente pero no tapones en las esquinas, ni en las calles ni plazas ni puntos claves, quizás por el tiempo o por otras razones que estaban en la cabeza de todos (Al-Qaeda), principalmente porque la Espereanza iba totalmente blindada y porque el silencio que despertaba a su paso distaba mucho de lo que estamos acostumbrados a ver en esta cofradía de arrabal, de barrio, de júbilo. Había sitio para todos.

Ya había pasado Tres Caídas (o “El Caballo de Triana”) por el Puente y ahora la luz de la candelería del palio rompía la oscuridad de la noche. La Esperanza pasó a paso de tambor y paró en la otra orilla, la del Paseo Colón, en Sevilla. Llega la levantá y suena la marcha, que con muchas más se fueron sucediendo por todo el recorrido para lucir a su Virgen.

Llegamos a la Magdalena y suena esa marcha fúnebre que mecen los costaleros hasta que cruza al plaza y entra en Murillo. Una marcha que no es propia de esta cofradía y que a pesar de su belleza y de la imagen de la Trianera envuelta en incienso, imagen romántica al gusto de Bécquer, no dejaba de sorprender y hacer un silencio único, tanto que podía escucharse al capataz desde lejos como un tono de miserere.

En Campana, sus sillas mojadas y vacías aplaudían el esfuerzo costalero que no dejaba de mecer el paso como si estuviera a reventar. Trabajadera a trabajadera se dejaron la piel para agradecernos a los presentes el estar allí.

Mila y yo dimos la vuelta para rodear la Carrera Oficial y nos fuimos a cafetear en el bar que está frente a la puerta principal de la Catedral. Desde su ventana vimos entrar a la Esperanza y antes, desde la esquina, vimos la entrada del Caballo.

A las 8,30 estaba Tres Caídas en El Baratillo donde, como siempre, hicieron las delicias de todos los cofrades y capillitas que allí nos reunimos cada Semana Santa. Ese Caballo que anda hacia delante y hacia detrás, y que se arrodilla en la misma puerta del Baratillo con esa mecía que sólo ellos saben.

Y a las 9, después de pasar El Postigo, se vislumbra la candelería por Arfe y la Trianera entra en Adriano rompiendo el cielo plomizo y cerrado que había sido benevolente con Ella durante todo el recorrido sin soltar ni una gota de agua.

En el Baratillo suena esa marcha nueva que también escuché el Domingo de Ramos a la Estrella, Caridad del Guadalquivir, de tan magna sensibilidad que provoca absoluto silencio y atención al golpe de las bambalinas sobre los varales al compás medido de la marcha.

El palio hace lo propio, baila, se mete hasta un centrímetro de la puerta y baja para rezar: “…aunque mi vida alentare, todo mi amor es para ti, mas i mi amor te olvidare, tTú no te olvides de mí”.

La levantá y se aleja entre marchas y el aplauso de todos los que allí estábamos. No sonó en tan ansiado por mi “pipiri pi pipi”, la marcha de la Trianera compuesta para su Coronación, que siempre suena allí, ni la escuché en todo el recorrido. Pero se fue con ese paso propio de los palios de Triana.

Allí terminó nuestro acompañamiento y nuestra particular estación de penitencia, este año junto a la Esperanza de Triana. De vuelta a casa, el Caballo estaba en el Puente, justo en el medio, imagen que ponía punto y final a nuestra madrugá de 2004. Madrúgá de la Trianera, de la valiente de este año.

A pesar de que esta excepción histórica nos llenó de momentos únicos y distintos donde sólo tenía un trozo del programa en el bolsillo, ojalá la Madrugá del 2005 la disfrutemos al completo aunque sea mucha más difícil abrirse paso en el bullicio, nos llenen de pisotones y por la mañana seamos fantasmas casi sin poder andar y con la espalda rota de dolor.

Que nunca más oigamos a un capataz dedicar la levantá de la salida para todas las Cofradías que no han podido salir como lo hizo el Capataz de la Trianera. El próximo año Silencio, Gran Poder, Macarena, Calvario, Esperanza de Trianera y los Gitanos, SÍ SALEN.

- “Y así ha sido”.


DEDICADO A MILA, UNA DE LAS MEJORES CICERONES DE SEVILLA.